VEREDA, fabrica de cerveza y casa rural 

Nombre del promotor

LA FABRICA C.B

Localización

Ledigos

Ayuda LEADER

102.842,35€

Inversión realizada

363.009,66 €

Fecha de Pago de la Ayuda

12/01/2021

Número de trabajadores

2,3

El Proyecto

La inversión se localiza en una antigua casa de labranza, sin uso actualmente y en estado semiruinoso, situada dentro del caso urbano de Ledigos.

La Sociedad Limitada está formada por 2 jóvenes hermanos, que después de vivir unos años fuera de la comarca, han regresado para hacerse cargo de la explotación agrícola familiar y crear una casa rural, complementándola con la fabricación de cerveza artesanal. Para llevar a cabo este proyecto, adquirieron la casa de sus antepasados.

El emplazamiento de la casa está en pueblo de Ledigos, situado en pleno Camino de Santiago. Ledigos es un referente en el camino de Santiago a su paso por Palencia y estos 2 jóvenes han querido aprovechar ese potencial, para crear un establecimiento turístico, que le sirva de complemento a su actividad principal que es la agricultura y la ganadería.

LA IDEA

Una fábrica de cerveza y casa rural bajo el nombre de VEREDA, es el proyecto que estamos desarrollando Borja, Belén y yo en Ledigos (Palencia), gracias al apoyo de Páramos y Valles.

Mi nombre es Adrián, tengo 31 años y hace poco más de uno, decidí asentarme definitivamente en el pueblo, pero para llegar al momento presente hay que empezar por el principio.

Ledigos es un pueblo pequeño, actualmente 60 censados, aunque viviendo alguno menos. Su sustento, como el de mi familia, ha sido la agricultura y ganadería. Pasé toda la infancia entre vacas, ovejas y demás animales, y el único humano en 20 años a la redonda era mi hermano Borja. Sin lujos ni medias tintas aprendimos a luchar, aprendimos lo que correspondía a nuestra generación y lo que no tuvieron oportunidad de aprender nuestros padres, aprendimos a aprender.

Crecí estrechamente vinculado a la explotación familiar de vacas lecheras, dedicando el tiempo libre a “echar una mano” primero por devoción, luego por obligación. Pronto entendí que en el pueblo no tendría otra salida que la cuadra y me preparé para un futuro en la ciudad.

LAS TRINCHERAS DEL MUNDO RURAL

En Valladolid estudié empresariales con la esperanza de acabar trabajando en un banco o en cualquier otra empresa que me ofreciera un trabajo de 8 horas, con mi sueldo digno, mis vacaciones, fines de semana, puentes, asuntos propios y demás derechos que no tenemos los ganaderos. Tampoco era mucho pedir, de hecho, lo conseguí.

Trabajando conocí a mi pareja y hoy parte activa del proyecto, Belén. Supo entender que dedicara los días libres a “echar una mano” y compartía conmigo la afición a la cerveza por lo que no tuve otro remedio que enamorarme.

Pasaron los años, llegó el momento de la jubilación de mi tío y mi padre, los gerentes de la empresa ganadera familiar y hubo que decidir entre dos caminos vitales casi opuestos: O continuar en la ciudad con nuestro trabajo estable, nuestras comodidades y todos nuestros derechos laborales, o bajar a las trincheras del medio rural.
Borja no dudó, yo tuve que pensármelo, pero cuando fantaseaba con hacer cerveza profesionalmente, no me imaginaba en un polígono industrial. Vi que la ganadería podría ser el complemento del futuro que quería.

Ese día a día sin rumbo a largo plazo en la ciudad, podría cobrar un sentido más profundo en el pueblo. Soñar es gratis, y pensamos que plantar nuestra propia materia prima nos haría más sostenibles y auténticos; contamos con la preparación que no tuvieron nuestros padres, y quedarnos en el pueblo daría una oportunidad al futuro de Ledigos; podríamos aprovechar subproductos de la cervecera para la ganadería y abono de la ganadería para los campos de la cervecera; y podríamos luchar por la tierra donde tenemos las raíces fomentando la economía local.

LA VIEJA CASA DE NUESTRA ABUELA

La vieja casa en ruinas de nuestra abuela era el lugar perfecto. Rodeada de bodegas en las que antaño se hacía vino, con unas vistas privilegiadas, y con espacio suficiente para la fábrica y la casa rural anexa, que nos daría la oportunidad de contar en primera persona que VEREDA es cerveza y, sobre todo, sus circunstancias.

Teníamos ganas e ilusión, pero no era suficiente. Con las vacas como aval no podíamos hacer frente al desembolso de la inversión, pero gracias a Páramos y Valles pudimos conseguirlo. A día de hoy seguimos en construcción y no sabemos si el proyecto funcionará o no, pero pase lo que pase no me arrepentiré de haber dado el paso, el fracaso hubiera sido no haberlo intentado.

Sin Borja, sin Belén, sin mis padres, sin un medio rural al que defender, sin la casa de mi abuela, sin la ganadería, sin una mentalidad fuerte forjada en el pueblo, sin Páramos y Valles. Cualquiera de esos factores que hubiera fallado, hubiera tumbado nuestro proyecto. Por eso estoy orgulloso y agradecido de representar a tantos jóvenes que no tuvieron la oportunidad de quedarse y espero que los que tengan la más mínima opción de agarrarse a su clavo ardiendo, luchen por conseguirlo.

Es curioso cómo del lugar del que un tiempo quise salir, ahora no quiero dejar, supongo que el pueblo es como la cerveza. El primer trago puede resultar amargo, pero solo quien sabe superar la reticencia del primer trago, es capaz de aprender a disfrutarlo.

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